Crecí en un hogar sencillo, con una carga espiritual y religiosa muy presente…
Ya de niña, los altares en las Iglesias con velas encendidas y flores silvestres y multicolores de jardines vecinos, me llamaban la atención. Al apagarse las velas, los círculos dejaban esparcido un olor a cirio que generaba un clima de religiosidad impecable, invitando al recogimiento…
Así fui recreando altares de mi memoria…, de plegarias repetidas que me sumían en una gran espiritualidad, casi a-terrenal, pero que hoy cuesta sostener, entre el progreso y el bullicio…